El Riesgo – País, referencia obligada para invertir (Parte I)

Por Mónica Llerena H.

Con base en los resultados de la caída de la Inversión Extranjera Directa mencionados en un artículo anterior, pudimos ver que el desempeño de las inversiones está muy relacionado a las condiciones económicas y políticas de un país. Por ello, el monitoreo y análisis del crecimiento económico, tasas de interés, inflación, liquidez, facilidad para emprender negocios, derechos sobre la propiedad privada, estabilidad política, entre otros, son tareas obligadas a la hora de decidir donde invertir.

En la década de los noventa, los mercados de capitales observaron los crecientes flujos de inversión hacia los mercados emergentes. Entre 1990 y 1996, los flujos de capitales privados hacia estos mercados se quintuplicaron de 44 billones de dólares americanos a 243 billones (crecimiento de 452%). En 1996, la fuente del 45% de estos flujos, de acuerdo al trabajo de Oetzel, Bettis y Zener titulado “Country Risk Measures: How Risky Are They?”, fue Inversión Extranjera Directa (IED). Tan solo México, Brasil y Argentina recibieron el 80% de la inversión privada en Latinoamérica entre 1990 – 1995.

Por otro lado, se señala que en esa misma década, también sucedieron eventos negativos en el ámbito económico y político de los mercados emergentes. Recordemos la crisis del peso mexicano en 1994, la devaluación del real brasilero, la quiebra masiva de instituciones financieras en Bangkok entre 1997 y 1998, el colapso del gobierno de Indonesia y la economía de Malasia.

Con estos resultados, todos los promotores de IED reconocieron la necesidad de analizar factores más allá de incapacidad de pagos de un país, para concluir si este era ó no riesgoso para invertir. Especialmente se necesita un análisis más integral, porque la IED es un tipo de inversión de mediano o largo plazo (horizonte de al menos 5 años). Recordemos que estas inversiones las dirigen principalmente trasnacionales para la ampliación de sus propios negocios.

Es así como aparece el riesgo – país a manera de guía para pronosticar los eventos políticos y económicos que un país pudiera enfrentar y que incidan en su clima de negocios. Este indicador “está asociado a la probabilidad de incumplimiento en el pago de la deuda pública de un país, expresado como una prima de riesgo”[1].

Ahora, ¿quiénes calculan el riesgo – país y como lo hacen?. Las mediciones mayormente utilizadas son elaboradas por agencias especializadas como JP Morgan y Euromoney, así como las realizadas por calificadoras que asignan riesgo a las emisiones de deuda soberana, tales como Moody´s, Standard & Poors y Fitch-IBCA.

JP Morgan (Banco de Inversión), publica el índice de riesgo - país conocido como EMBI+ (reconocido por el gobierno central), el cual mide el diferencial entre el rendimiento financiero de la deuda pública del país seleccionado respecto del que ofrece la deuda pública norteamericana, que se considera que es “libre” de riesgo de incumplimiento de pago. Este índice compuesto contempla principalmente países emergentes (está el EMBI que se enfoca en instrumentos estrictamente líquidos: “Bonos Brady”).

La construcción del índice se realiza definiendo primeramente los países y los instrumentos financieros que lo integrarán. Un país es considerado emergente, por su habilidad para pagar la deuda externa, siguiendo que sus calificaciones crediticias se ubiquen hasta la categoría BBB+/Baa12. Los bonos incluidos en el EMBI+ son de distintos tipos: Bonos Brady, préstamos y Eurobonos, siendo los países que actualmente lo integran los siguientes: Argentina, Brasil, Bulgaria, Colombia, Ecuador, Egipto, Malasia, México, Marruecos, Nigeria, Panamá, Perú, Filipinas, Polonia, Rusia, Sudáfrica, Turquía, Ucrania y Venezuela.

El índice, que mide el spread entre los bonos del tesoro estadounidense y los bonos del país emergente, se expresa en puntos básicos (pb), donde por cada 100 unidades se paga 1% por encima del rendimiento de bonos libre de riesgo. En ese diferencial, está inmersa la posibilidad de que el gobierno del país emergente incumpla con el pago de su deuda por lo que los inversionistas antes de colocar el dinero en un país con alto riesgo, demandarán que tales inversiones generen un rendimiento tal que cubra ese riesgo.

Observemos el desempeño del índice para un grupo de países latinoamericanos. El gráfico muestra el índice calculado para Venezuela (utilizando el bono Ven Global 27). Según informe publicado por el Ministerio de Finanzas para el mes de junio de 2009, su índice se ha paseado desde valores menores a 700 pb (agosto) del 2008) hasta el que ostenta actualmente de 1.168 pb, lo que la coloca como el país emergente latinoamericano cuyo riesgo - país es mayor, seguido por Argentina con 1.149 pb.

Emerging Markets Bond Index Plus (EMBI+)


No obstante, de acuerdo cifras del Banco Central de Venezuela y la Reserva Federal de Estados Unidos, el riesgo país se redujo de 1.431 puntos en diciembre de 2008 a 987 puntos a finales de julio de 2009. Esto equivale a decir que los inversionistas exigen un rendimiento mínimo de 9,87 puntos porcentuales por encima del retorno de las del bono del tesoro de Estados Unidos [2].

Como vemos, este indicador es sumamente dinámico y volátil. Por ejemplo, en febrero de 2009, el índice de riesgo – país de Venezuela, subió a 1.810 pb. Los inversionistas percibían que la posibilidad de reelección del actual presidente de la República y las expectativas a la baja del precio promedio del petróleo, podrían influir negativamente en el cumplimiento de las obligaciones crediticias.

En la próxima entrega se presentarán los elementos más importantes del riesgo – país publicado por otras agencias, así como las críticas encontradas sobre el indicador.

[1] Cuadernos BCV Nº11, El Riesgo-País y sus determinantes
[2] http://www.venelogia.com/archivos/2921/

Confianza, un concepto útil y necesario en “Economía”

Por Rafael Simón Hernández

Reflexionaba hace pocos días, sobre lo imprescindible que resulta un concepto como la “confianza” para generar opciones de crecimiento y de desarrollo, tanto desde el punto de vista económico, como del político y social.

Sólo definir el concepto, ubico en la Real Academia de la Lengua Española que, la “Confianza” refiere a la “Esperanza firme que se tiene de alguien o algo” y poco más allá, al “Pacto o convenio hecho oculta y reservadamente entre dos o más personas, particularmente si son tratantes o del comercio”.

Independientemente de la que se escoja como definición, es a todas luces la confianza un elemento “intangible”, en tanto aquello que no debe o no puede tocarse, pero que va modelando -sin duda- las relaciones entre los agentes (como dirían los economistas).

Revisar la historia económica, da la oportunidad de ubicar algunos elementos claves que han permitido a un conjunto de naciones, insertarse ó posicionarse como “países desarrollados”, y al tratar de llevar estos elementos claves a sus nociones más básicas y elementales, podemos encontrar que sus grandes pactos de convivencia, sus pactos de existencia, han estado configurados en base al respeto y confianza hacia el otro (hablo de los que conviven en un mismo espacio o nación), que degeneran en patrones de conducta y comportamientos deseables o “a seguir” para el sostenimiento a largo plazo de dichos pactos.

Uno de los personajes más interesantes que ha venido estudiando el tema y quien publico un libro excelente al respecto es Francis Fukuyama, maestro de Democratización y Economía Política en la Universidad de Chicago.

Para los interesados (si aún no lo han leído), el libro en español es titulado simplemente “Confianza”, mientras que la versión anglo es titulada “Trust: The Social Virtues and the Creation of Prosperity”.

Fukuyama en su exposición, divide al mundo en dos tipos extremos de países, a saber, aquellos que se caracterizan por la existencia de confianza entre sus ciudadanos (high trust cultures) y aquellos en los que no (low trust cultures). Para Fukuyama, la baja confianza impide o entorpece el desarrollo económico, y aún cuando para algunos críticos su argumento es muy sencillo y no comparten la idea de que un rasgo de la cultura sea suficiente para explicar un fenómeno tan complejo como el progreso o el rezago de las naciones, da aportes muy interesantes.

Olvidándonos de sus críticos, Fukuyama comenta que, la confianza en la sociedad es la base del desarrollo, tanto cuando hacemos referencia a la confianza de la sociedad hacia el gobierno, como de la confianza que se tengan entre sí los diversos sectores de la sociedad, pues de ello dependerá que las transacciones que se realicen sean confiables.

Pensar en la importancia de todo esto resulta muy simple. Una sociedad en la cual sus participantes en la economía, incluyendo al gobierno, no cumplen fiel y voluntariamente con sus compromisos, desaprovecha muchas ventajas potenciales de la interacción, quiebran con las opciones de interactuar eficientemente en el futuro e imponen costos extras en la formulación de esquemas productivos, comerciales y de negocios.

Sólo por colocar un ejemplo de todo esto entre los países desarrollados. Alexis de Tocqueville, en “La Democracia en América”, descubre en el siglo pasado la forma en que se desenvuelve la sociedad norteamericana y el punto clave es la confianza recíproca entre los diversos sectores de la sociedad: la iglesia, el Estado, las empresas.

Ahora bien, el mundo ha experimentado altibajos enormes desde la publicación de la “Confianza” de Fukuyama (1995), y a pesar de la enorme crisis económico-financiera que experimentamos como un todo desde finales del 2007, y dejando como un agregado y consecuencia natural la promesa del armado de complejos y completos esquemas regulatorios para tratar de evitar futuras y catastróficas crisis como esta última, seguirá siendo la confianza un elemento fundamental- clave para hacer posible el funcionamiento del sistema en el que vivimos.

Para ciertas partes del globo en general y para Latinoamérica en particular, debe recordarse que la confianza no se decreta, no se impone, no se maquilla, no puede darse con carácter de intermitencia; la confianza se gana y debe ser perdurable si queremos entrar en las sendas del crecimiento y desarrollo…

Anticipar los Cambios…Clave para la Supervivencia!!!


Por Rafael Simón Hernández

En uno de los primeros artículos elaborados para dar rienda suelta a este blog, artículo titulado “Petróleo en el mundo…Vida útil”, comentaba sobre el panorama mundial del mundo energético, sobre el estar viviendo ya años “cruciales” para la llegada del pico de producción petrolera mundial haciendo referencia a la Curva de Hubbert -por cierto, algunos renombrados expertos del mundo petrolero creen que ya hemos llegado/pasado ese punto-, y dejaba el artículo como una breve reflexión sobre un tema que, sin duda, va a propiciar enormes cambios en las relaciones de producción, cambios increíbles en las formas de vida de la sociedad y, sobre todo, cambios en las relaciones de poder que privaran a raíz de tales acontecimientos.

Resulta útil recordar que, posterior a la primera gran crisis del petróleo, por allá por los años ’70, se habían producido una serie de esfuerzos -vale decir, muchos en estas primeras etapas, débiles o timoratos- para ubicar y aprovechar de una manera racional, rentable y sostenible, fuentes de energía alternas, que limitaran un poco el poder que parecían tener, desde ese momento, quienes poseían bajos sus pies los grandes yacimientos de hidrocarburos.

Sin embargo, pareciera que el mundo durante todo este tiempo, fue amoldándose a nuevas formas relacionales y ajustándose el timing para los nuevos esquemas de poder y negocios entre quienes producen el petróleo y quienes lo consumen.

No obstante, vale recordar que, si bien los espacios o países que poseen terrenos (llámese arenas y aguas) bajo los cuales se encuentran los grandes yacimientos de petróleo y gas son un número bastante limitado, y que además sus gobiernos y/o reinos detentan cierto control sobre tales, las fases de producción (en algunos casos) y las fases de refinación y generación de productos de alto valor agregado va por cuenta -en un número muy significativo- de conglomerados privados enormes (véase su nombre entre las primeras 50 empresas del mundo); lo que equivale a decir que, a pesar de las grandes crisis energéticas suscitadas desde entonces, a pesar de los desajustes que éstas provocaban en las fases de producción industrial y las desagradables experiencias que desataban estas crisis con el tema del desempleo y la inflación, siempre hubo lugar para grandes negocios, siempre hubo lugar para grandes ganancias en el mundo de los combustibles fósiles; lo que pudiera haber provocado en general un “por ahora no” a la puesta en desarrollo de nuevos esquemas energéticos de una manera eficiente, seria y responsable.

Ahora bien, pareciera que el mundo está cambiando, pareciera que los pronósticos en relación al llamado pico de producción petrolera están por ahí (aunque no sea un tema de medios, etc.), pareciera que la última gran crisis económico-financiera que ha hecho tambalear diversos escenarios a lo largo y ancho del planeta está provocando cambios de singulares características, y para muestra un botón.

España ha anunciado hace muy pocos días, el inicio de un plan piloto con el que pretende poner en circulación por sus calles automóviles eléctricos que puedan recargarse en la vía pública, plan que implica el transformar/convertir cabinas telefónicas en desuso en centros de recarga, e instalando una tecnología similar en estacionamientos públicos.

Con este plan piloto, la idea es contar en unos dos años con al menos 2.000 vehículos de estas características, que cuenten a su vez con 500 lugares en donde recargar su batería, siendo hasta ahora, Madrid, Sevilla y Barcelona las ciudades que participen del plan.

La experiencia no resulta alocada ni mucho menos. En Londres, el distrito de Westminster comenzó hace un par de años con un programa similar, por medio del cual los dueños de estos vehículos eléctricos pueden recargar y estacionar su vehículo en las calles de Westminster cuantas veces lo deseen. Para hacer viable este plan en Londres, se instalaron unos pequeños postes -sólo en Westminster-, en donde la batería del auto se recupera; y además, los conductores de estos vehículos reciben exenciones fiscales y estacionamiento gratuito en lugares con parquímetro.

Ciertamente, existen aún algunos puntos para trabajar y hacer de esto una experiencia masiva. Por ejemplo, quienes han venido trabajando en este tipo de vehículos, han podido hacer que los mismos alcances una velocidad máxima de 80 Km/H, y tan solo que sus baterías duren en promedio unas dos horas; pero ahora cada vez más fabricantes, como Citroën, Opel y Mitsubishi, están presentando vehículos con mayor rendimiento. Incluso el fabricante indio Tata Motors, anunció la puesta en producción de dos nuevos vehículos, uno de los cuales podría alcanzar hasta los 110 kilómetros por hora.

Y estos no son los únicos esfuerzos. En 1997, la Daimler-Benz puso en marcha un proyecto en el que invirtió unos 350 MMUSD para el desarrollo de motores con pilas de combustible de hidrógeno, sumándose a esta iniciativa -poco tiempo después- la Ford y una compañía canadiense, que hicieron posible juntar fondos para el proyecto por el orden de los 1.000 MMUSD. Otras empresas en paralelo (Nissan, Honda y Mitsubishi) se han comprometido también en el desarrollo de vehículos con energías alternas, para lo cual han destinado otros 1.000 MMUSD.

Ya en este nuevo siglo, la Unión Europea (UE) ha hecho pronunciamientos oficiales en los que hace explícita la intención de convertirse en la primera superpotencia enteramente integrada y basada en energías renovables en el siglo XXI. Para quienes siguen el tema, los objetivos de la UE en el campo de la energía renovable son los más ambiciosos del mundo, puesto que para el año 2010 pretendían contar con 22% de la electricidad y 12% de toda la energía producida en la UE de fuentes energéticas renovables.

Tal vez lo planes no se logren concretar para el 2010, tal vez existan pequeños desfases vistos los altibajos que se han atravesado en los últimos años y sobre todo vistos los efectos que ha generado esta última gran crisis económico-financiera, pero lo que sí es seguro es que se está trabajando en el tema, es que son muchos los actores en el mundo (incluidas por cierto, algunas de las “hasta ahora” principales compañías petroleras privadas del mundo) que a la calladita han invertido volúmenes cuantiosos de recursos para cambias las formas de producción, para ubicar nuevas formas de energía, para cambiar ciertas relaciones de dependencia; son muchas las empresas que ahora destinan importantes partidas presupuestarias para la investigación y el desarrollo en energías renovables.

Quienes poseen los recursos petrolíferos y gasíferos, aquellos Estados que -hasta ahora- han visto sólo entradas de dinero a las arcas como resultado del negocio del oro negro, deberían aprovechar el tiempo de juego que queda en la cancha para producir los cambios necesarios en sus respectivas economías, para constituir verdaderos entramados industriales, para lograr estructuras productivas verdaderamente diversificados, con el mayor provecho de la inventiva y la tecnología, pues sino verán hundir sus pequeños reinos.

Los cambios para muchos llegan de improvisto, pero lo cierto es que siempre existen pequeñas señales que arrojan valiosa información, sólo hay que saber leerlas…

Google abusa de su poder...creativo

Por Mónica Llerena H.

La noticia de que Google Inc. está nuevamente en la mira de las autoridades antimonopolio, no deja de capturar nuestra atención. En Julio 2008, el Departamento de Justicia (DOJ) de los Estados Unidos anunció la apertura de una investigación sobre el acuerdo publicitario entre Google – Yahoo, valorado en 800 millones de dólares para compartir ingresos provenientes de la publicidad "on-line".

El acuerdo permitiría a Google colocar publicidad en las páginas del competidor, posicionando a la empresa como un monopolio, cosa demasiado obvia para dejarla pasar por el DOJ. No obstante, el acuerdo fue disuelto en noviembre de 2008, cuando el Departamento les informara que si era implementado, las dos empresas absorberían el 90% o más del mercado relevante definido como “publicidad en Internet”, aumentando la posibilidad de disminuir la rivalidad entre las dos firmas, y por ende, se generaría un daño a la competencia.

Recientemente, fue noticia que el acuerdo firmado el año pasado con representantes de autores y editoriales, a fines de digitalizar y publicar en Google millones de libros en Estados Unidos (incluyendo aquellos cuyos derechos de autor sean desconocidos), será objeto de audiencia en una corte estadounidense. Asimismo, el pasado 7 de septiembre la Unión Europea llevó a cabo su propia audiencia para evaluar las implicaciones de un acuerdo que podría implementar un nuevo modelo de administración de derechos de autor de libros digitalizados en otras partes del mundo.

Como era de esperarse, los asistentes (libreros, editores, autores, etc.) a la audiencia europea manifestaron su incomodidad ante al acuerdo, especialmente por los temas relacionados a derechos de autor, censura e información clasificada o privada. También se dejaron escuchar los temores de que Google se convierta en el más grande vendedor de libros del planeta y sobre el poder monopolista que subyace en el acuerdo.

¿Qué es Google?

La marca Google se conoce por ser el motor de búsqueda en Internet más conocido del planeta, y por lo tanto, el más usado. En Julio del 2005, Google estaba tan solo 6 puntos porcentuales por encima de Yahoo como buscador, siendo su participación de mercado 36,5%, de acuerdo con datos de comScore.

Hoy en día, esta participación ha aumentado a 63%, 42 puntos porcentuales por encima de Yahoo. Otras fuentes señalan que los motores de búsqueda de Microsoft (MSN and Live.com) se encuentran en un lejano tercer lugar con una participación de alrededor 5.4%.

El negocio actual de Google se concentra en ser la interfaz para la colocación de publicidad sobre miles de empresas y sus productos. Cada vez que un cliente potencial realiza una búsqueda sobre cualquier tema, aparece en el lado noreste de la página información breve de algún producto relacionado con el tema o con el background de búsqueda del cliente, aumentando la posibilidad de que haga “click” en la publicidad. Cada click genera un ingreso para Google que la empresa que publicita debe pagar por alcanzar a ese consumidor potencial.

Pero si el acuerdo con los editores y autores de libros es visto con buenos ojos por las cortes en Estados Unidos y Europa (lo más probable es que el acuerdo se acepte si se realizan algunas modificaciones para satisfacer a la mayoría de los involucrados), otro potente negocio se desarrollaría. Recordemos que Google ha venido colgando libros en el portal desde el año 2005, estrategia que le ha servido para delinear lo que hoy molesta y agrada a tantos, llevar su poder creativo a niveles que otras empresas del mundo de Internet no han logrado alcanzar.

La defensa de Google

Ser objeto de investigaciones por parte de las autoridades antimonopolios y de demandas privadas, parece ser el precio que Google debe pagar por ser pionero. Tal como lo manifestó David Balto, quien fuera abogado del DOJ y de la Comisión Federal de Comercio de los Estados Unidos, se debe reconocer lo que Google ha alcanzado bajo su propio riesgo, estrategia que la ha llevado a lanzarse a crear una librería de dimensiones sin precedentes.

Esta librería traería tales beneficios a los consumidores que comparado con los costos de asumir que Google potencie su posición de dominio en este mercado, llevaría a las autoridades antimonopolio a pensarlo dos veces antes de negar rotundamente la venta online de los libros.

Lo que si parece aconsejable es que si Google se convirtiese en el único oferente con posición de dominio en el mercado de venta de libros online, se lleve a cabo un mecanismo de revisión de precios (precios de venta, de afiliación, etc.), a pesar de que el acuerdo establece que los precios de suscripción para instituciones (ej. universidades) deben ser lo suficientemente bajos para asegurar un amplio acceso a los libros digitalizados pero asegurando márgenes de ganancia para los propietarios de los derechos de autor.

Otro argumento para la defensa de Google y creo que el más sólido, es que si bien ostentara una posición de dominio en el mercado de publicidad en Internet, lo cual sería la base para predecir que la venta de libros catapultaría a la empresa como el buscador más popular y de mayor uso en el mundo, no hay garantía de que tal dominio dure en el largo plazo.

Si el mercado es contestable o disputado (de rápida entrada y de mínimos costos para los entrantes), se debe esperar dinamismo en la competencia, por lo cual cualquier posición de dominio trascendería, a menos que se adopten estrategias para mantenerse “legalmente” en dicha posición a través de innovaciones, riesgos y creatividad. Esto es lo que se puede esperar en los relacionados a Google, de rápida innovación tecnológica.

Por un buen rato Google se perfila como un blanco para críticas y aclamaciones por parte de consumidores, empresas y gobiernos. Hasta ahora la empresa no ha hecho nada comprobable -“legalmente” hablando- que atente contra la competencia o los derechos de los usuarios. Mientras tanto, seguimos atentos a como la empresa sigue abusando de su poder creativo para mostrarnos lo que se puede hacer en el negocio de Internet.

Incentivos para el Desarrollo…se entiende en Venezuela?

Por Rafael Simón Hernández

Muy recientemente, Venezuela ha vivido la “aprobación en primera discusión” de una nueva Ley que, seguramente, generará grandes cambios en la dinámica tanto de la gente de a pie como de los actores empresariales, en relación a las opciones de tenencia de bienes inmuebles, en cuanto a las opciones o no de invertir...me refiero a la Ley de Tierras Urbanas.

El articulo de hoy, no pretende hacer un análisis de este instrumento legal articulo por articulo -bien podría quedar para una próxima entrega-, pero sí pretende exponer algunos elementos para la reflexión, sobre todo lo que esto puede implicar, teniendo en cuenta la particular situación social y económica por la que atraviesa este país.

Venezuela, pese a contar con importantes yacimientos petrolíferos, importantes reservas de gas -asociados al desarrollo de la primera actividad mencionada-, contar además con enormes recursos hídricos, recursos minerales, etc.; necesita encontrar una “fórmula” que le permita poner en funcionamiento todo el engranaje del aparato económico (sumido ya por varios años en una especie de estado epiléptico) para promover “crecimiento económico” y con ello, generar recursos que permitan completar el binomio con el “desarrollo”.

Sin embargo, es importante recordar que, el crecimiento y el desarrollo económico de los países no pueden explicarse por la sola presencia o ausencia de recursos naturales. Los recursos no son, en ese sentido, ni necesarios ni suficientes para el desarrollo, y esto ha quedado evidenciado si observamos que se ha producido tanto crecimiento económico como desarrollo en regiones o países en circunstancias inhóspitas, y también es harto conocido el poco desarrollo alcanzado en países que poseen a borbotones el excremento del diablo.

Lo que sí parece evidente, es que poner todo el aparato económico en funcionamiento, reactivar todo el aparato generador de bienes y servicios a gran escala, de una manera armónica y coherente, requiere no solo “políticas” sino también la confluencia de ingentes volúmenes de capital para invertir, tanto de naturaleza pública como privada y tanto internos como externos.

Con los años, los historiadores y economistas más acuciosos que han estudiado el fenómeno del crecimiento y desarrollo económico, coinciden en un punto, en un elemento “clave” para entender y explicar el desarrollo de una serie de naciones -desde finales del siglo XVIII hasta nuestros días- y este no es más que los “derechos de propiedad”.

En el mundo moderno, la prosperidad y los derechos de propiedad son conceptos absolutamente inseparables. La importancia de que existan derechos de propiedad bien definidos y protegidos cuenta con un amplio reconocimiento por parte de economistas y autoridades responsables del diseño de políticas públicas, sin embargo, durante gran parte de la historia de la economía moderna se le prestó muy poca atención al tema, lo que pudiera ser indicativo de que tal omisión pudo haber originado muchas de las malas políticas de desarrollo.

Un sistema de propiedad privada permite-otorga-faculta a los individuos el derecho exclusivo a usar sus recursos como bien deseen. El dominio sobre lo propio, hace que los usuarios de la propiedad tomen conciencia de los costos y beneficios de emplear sus recursos de una determinada manera, y todo este proceso de ponderar costos y beneficios producen lo que los economistas denominan “resultados eficientes”.

Termino esta breve reflexión con un párrafo expuesto en el libro “Camino de Servidumbre” de Friedrich Hayek (The Road to Serfdom, University of Chicago Press, 1944, págs. 103-104), quien argumentó a favor de la propiedad privada que:

“El sistema de propiedad privada es la garantía más importante de libertad, no sólo para los propietarios, sino en el mismo grado para quienes no lo son. Es sólo porque el control de los medios de producción está dividido entre muchas personas que actúan en forma independiente que nadie tiene poder total sobre nosotros, que como individuos podemos decidir lo que hacemos. Si todos los medios de producción estuvieran en una única mano, ya sea nominalmente la de la “sociedad” en general o la de un dictador, quien sea que ejerza este control tendría completo poder sobre nosotros”.

Las experiencias en ese sentido son muchas, pero no entender esta lógica, hacer ojos ciegos a este fenómeno, puede poner a jugar en una ruleta el rumbo de toda una economía, de todo un país, de varias generaciones…

La inversión extranjera directa en Venezuela

Por Monica Llerena H.

Luego del anuncio de los resultados económicos alcanzados en el segundo trimestre del año, se convierte en un tema de crítico de políticas públicas fomentar condiciones para elevar la calidad de vida del venezolano, un reto complicado que amerita reconocer que se ha rezagado la toma de decisiones en materia económica, especialmente cuando Venezuela ha profundizado su dependencia de las importaciones, y además, se muestran señales de contracción de la actividad manufacturera (8,5% cayó esta actividad en el segundo trimestre del año).

Sobre esta última actividad, es conocida la su relación positiva con la inversión extranjera directa (IED). Esta se realiza cuando una persona natural o jurídica invierte directamente en los medios para introducir un producto en un país foráneo. Esto conlleva a la creación de empresas o ampliación de aquellas existentes.

Bien aprovechada, la este tipo de inversión puede ser utilizada para encaminar reformas en los sectores productivos, aumentar la productividad y la competitividad promoviendo la exportación de los mejores productos en términos de su posición relativa frente al resto del mundo. Por otro, lado, la entrada de capitales sin control no es lo recomendable puesto que los países en su necesidad desesperada por captar recursos, podrían otorgar demasiados incentivos, flexibilizar en demasía las reglas de juego, lo cual puede conllevar a la degradación del ambiente por el uso de tecnologías inapropiadas, desmejoramiento de las condiciones del trabajador, fortalecimiento de posiciones de dominio, en los entre otros efectos.

A pesar de estos matices, la entrada de capitales foráneos en un país como Venezuela, caracterizado por tener como principal flujo de ingresos la exportación de una materia prima (el petróleo) y cuyos ingresos fluctúan al ritmo de los precios internacionales, es una opción atractiva para repotenciar la economía.

El problema surge cuando se analiza la estrategia gubernamental la cual ha apuntado a incrementar el control estatal sobre la actividad minera (petróleo y minerales metálicos), manufactura, metalúrgica y de construcción (por nombrar algunos), a varios niveles de la cadena. Cuando combinas una situación de crisis económica mundial, caída en el precio del petróleo y la aversión al riesgo de los inversionistas ante estrategias estatizadoras, es predecible que se contraiga la entrada de inversiones.

Veamos algunas cifras sobre el comportamiento de la IED en el país.


La UNCTAD ha publicado las cifras del flujo de Inversión Extranjera Directa para el periodo 1970 - 2007 a nivel mundial y para cada uno de los países. Para el caso venezolano, se observa que el flujo de inversión extranjera directa se mantuvo estable durante el periodo 1970 – 1990. Igual comportamiento se observó para el flujo saliente de inversión desde Venezuela, aunque en casi todo el periodo, el IED fue superior.

A partir del año del “paro petrolero” se acentuó el crecimiento del flujo saliente de inversiones, mientras que el IED registró los efectos de las decisiones en materia de regulatoria y de nacionalización.

Para el año 2008, de acuerdo al último informe de la CEPAL en materia de IED en América Latina, Venezuela invirtió más en el exterior de lo que recibió en IED (entraron 1.716 millones de USD y salieron 2.752), siendo un 96% de las inversiones atribuible a PDVSA.

Recordemos también que fue nacionalizada Sidor (antiguamente poseída en un 60% por el grupo Techint). Con la decisión de nacionalización, la participación accionaria de Ternium en la empresa pasa a la estatal Corporación Venezolana de Guayana. Por otro lado, la empresa Cemex (antiguamente poseída por capital mexicano) fue también nacionalizada.

Según la CEPAL, la IED aumentó en Venezuela respecto al año 2007, principalmente en el sector servicios, pero también presentó desinversiones en uno de los sectores más importantes, el de hidrocarburos, ante el riesgo de nacionalización de las actividades medulares y conexas.

Continuar en el año 2010 con acciones estatizadoras, pasa por contar con un plan alternativo para captar inversiones locales o extranjeras en estas empresas. Esto obedece a la necesidad de aumentar la calidad de las operaciones, del servicio, de los niveles de productividad y eficiencia. De lo contrario, el parque industrial nacionalizado podría sufrir una especie de letargo financiero que trunque sus oportunidades de alcanzar niveles competitivos.