Seguridad: Alarmas para una Política de Estado


Elaborado por: Rafael Simón Hernández Jiménez

Revisando noticias asociadas a Latinoamérica en general y a Venezuela en particular, reparaba en lo trascendente que resultan, para el presente y futuro de la Región, las opciones de “hacer” vida en la misma…me refiero a poder crecer, a poder crear, progresar y poder así llegar a alcanzar la madurez como persona, dejando tras de sí, una estela de logros y acumulación de riquezas repartidas socialmente.
El llamado de atención viene dado, básicamente, por encontrar en la Región serios problemas de seguridad (y me referiré en esta ocasión, a la seguridad personal), que ponen en vilo, justamente, las opciones de “hacer” vida y contribuir con el trabajo, esfuerzo e innovación con el crecimiento y desarrollo económico y social de los países del área.
Sólo por reparar en algunos casos:
.- Observamos, como verdaderas mafias asociadas al narcotráfico, han puesto en los últimos meses una especie de “estado de sitio” en zonas/regiones al norte de México, en el que se hace cosa cotidiano el acto de encontrar ciudadanos abaleados en las calles por estas mafias;
.- Así mismo, contemplar como las denominadas “maras”, en varios países de Centroamérica, han impuesto progresivamente su ley, poniendo en vilo la vida y la seguridad de las personas de estos países;
.- En el caso de Brasil, se hace una buena idea lo dramático de la situación, cuando reparamos en que hace algún tiempo un Alcalde de una gran ciudad costera de este enorme país en América del Sur, planteó el cercar -con un enorme muro- a una barriada de dimensiones desproporcionadas y tratar de evitar con ello, los efectos de la violencia que imperan en las calles de estas barriadas; ó
.- Al reparar en Venezuela, observar como la situación de inseguridad se ha prácticamente “institucionalizado”, al punto de encontrar -según estimaciones de especialistas/analistas del tema seguridad- unos 100.000 asesinatos a su población entre 1999 y 2008 (10 años). La cosa no es fácil, porque cifras de este calibre, colocan a Venezuela por encima de situaciones/conflictos como el de Chechenia que significó unos 50.000 muertos ó la Guerra del Golfo con sus 63.000 muertos.
Para el escrito y ejercicio que me he propuesto, tomaré el caso venezolano, por la cercanía obvia, para evitar susceptibilidades para con otros países hermanos, y por tener a mano una serie de datos que facilitan el ejercicio.
Repararé por cierto, en el tema de las “pérdidas de vida” a causa de muertes violentas, dejando por fuera las angustias y zozobras que generan otras prácticas delincuenciales como los secuestros,  robos, etc.; para los cuales bien pudieran estimarse también sus efectos económicos.
Quedarnos con la cifra de 100.000 homicidios en un período de 10 años, da cuenta de 10.000 pérdidas humanas por año (número fácil, redondo y lamentable). La cosa se complica, puesto que el sector más afectado con esta situación en Venezuela es la población joven, en particular hombres de entre 15 y 29 años (se estima que son éstos los objetivos de 4 de cada 10 homicidios).
Recordemos que, la medida de generación de riqueza de una sociedad, viene dada/medida por el Producto Interno Bruto (PIB), que no es más que el valor monetario del total de la producción corriente de bienes y servicios de un país durante un período determinado. De tal manera que, el PIB de un país se consigue con el trabajo y la producción de todos aquellos hombres y mujeres que logran, efectivamente, generar estos bienes y servicios.
Siendo el caso, que la población joven afectada por estos hechos resultan en 4 de cada 10, encontramos unos 40.000 homicidios de gente joven a lo largo de estos 10 años; personas que podríamos ubicar, claramente, dentro de la llamada “Población Económicamente Activa – PEA”, que es aquella población compuesta por toda persona en edad laboral que o bien trabaja en un empleo remunerado (población ocupada) o bien se halla en plena búsqueda de empleo.
Por otra parte, resulta de interés conocer que, en el caso de Venezuela, la base para la PEA es 15 años de edad, y la edad de jubilación está en 55 años para el caso de la mujer y 60 años para el caso del hombre, de tal manera que, quedándonos con que esas 40.000 personas asesinadas que estarían dentro de la PEA, asumiendo una edad promedio de estas víctimas de 22 años (15+29/2), y teniendo en cuenta que estas personas pudieran haber estado laborando activamente durante unos 30 años, podríamos tratar de estimar las pérdidas de riquezas que estas lamentables muertes pudieran significar para una economía como la venezolana.
Para el ejercicio en cuestión, he optado por tomar el PIB per cápita “promedio” para el período 2003-2007, el cual ubico en USD 7.528; así mismo, y asumiendo que estas 40.000 víctimas de la violencia en el país hubiesen podido trabajar a lo largo de 30 años produciendo en promedio esos USD 7.528, con una tasa de incremento interanual del 1,5% -que podríamos comentar se acerca bastante a la tasa de crecimiento de la población en los últimos años- tendríamos el siguiente resultado:
Rn =      R0  x    (1 + i) n   - 1   /  i     x    40.000 =
Rn =        7.528 X    (1 + 0,015) 30    - 1    /  0,015     x    40.000 =
Rn =    7.528 x (37,5386813)      x    40.000 =
Rn = 282.591,19   x    40.000 =
Rn =  MM USD  11.303,64
De tal manera que, el ejercicio así planteado da cuenta de unas pérdidas de riqueza de MM USD 11.303 que podrían haberse generado con el trabajo “constante” de estas 40.000 personas durante 30 años y asumiendo un crecimiento interanual de esta economía del 1,5%.
Claro está, el ejercicio podría complicarse mucho más, puesto que podríamos introducir variables socio-culturales, podríamos incluir probabilidades de que estas personas hubiesen podido adquirir tal o cual nivel de conocimientos y habilidades que les hicieran obreros, u obreros especializados, o técnicos, o profesionales de alto nivel, con las implicaciones que ello supondría para las cotizaciones en un sistema de seguridad social, las diferencias en la generación de riqueza individual, con un modelo que tratara de reflejar las características de la estructura productiva venezolana, etc.; pero creo que pudiera ser éste un buen ejercicio de reflexión.
La seguridad personal debería ser en todo momento una “Política de Estado” por las enormes repercusiones que ello implica, más aún cuando observamos que desde ese lado del mundo y durante los últimos años se ha evidenciado una oleada migratoria de gente joven, con alta cualificación, que alegan entre otros motivos para la búsqueda de nuevos horizontes, la seguridad personal como variable propulsora de esa iniciativa…sin duda, una curiosidad el tema, tomando en cuenta la transferencia de riqueza que ello implica!!!

6 comentarios:

Gustavo Bravo dijo...

Ese calculo esta muy cercano a la realidad o es colocarle números a la realidad, pero a pesar de la cantidad de jóvenes que han emigrado a otros países, esta la cantidad de jóvenes que han pensado en emigrar que debe de ser 10 veces mayor a la cantidad que esta afuera y que por circunstancia de la vida no han podido dar el paso, esto a modo de complemento y reflexión

Gustavo Bravo dijo...

Felicidades otro articulo de interés y que es muy real en estos momentos de crisis en nuestro país, felicidades

RSHJ dijo...

Mil Gracias por tus buenos comentarios Gustavo, y por supuesto, por estar pendiente de los artículos del Blog. Saludos

Unknown dijo...

Cierto, creo que más que la riqueza dejada de generar por los "desaparecidos", los números serían aún más alarmantes, si cabe, si se añade a tu cálculo, la riqueza que no generan los jóvenes preparados que están abandonando Venezuela "gracias" a la política... la diáspora venezolana, por llamarlo de alguna manera.

Unknown dijo...

Excelente artículo y cálculos. Yo me pregunto, Quién debería pagarnos esta pérdida? El Gobierno o mejor dicho el Estado? Eso lo veo imposible, en otra sociedad sería distinto. Muchas felicitaciones por el Blog.
Luis Bravo

RSHJ dijo...

Luis, Mil Gracias por la lectura y por el buen comentario. Saludos,