De las AFP en Chile...

De entrada...

Nunca pensé que mi estancia en Chile pudiera permitirme, en tan corto tiempo (estoy aquí desde finales de Enero de 2019), contemplar situaciones tan variopintas y "sui generis" como las que hemos vivido con esto de los acontecimientos que tomaron por nombre "Chile despertó", y que se desarrollaron entre octubre y diciembre de 2019, observar además el quiebre institucional que ha posibilitado armar un referéndum para que la población en Chile decida si cambian o no la Constitución (referéndum que tendrá lugar en el mes de octubre de este convulso año 2020), y ver los primeros pasos del derrumbe (intuyo yo) de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), estructuras que rigen en Chile de manera exclusiva y como mecanismo para el retiro de los trabajadores, por vejez o invalidez, desde el 31/12/1982.


El día jueves 30 de julio de 2020, será un día que muchos contemplaran y recordarán como histórico, toda vez que, habiéndose cumplido los requisitos legales, se ha promulgado una Ley que permite -a partir de ese día- que los cotizantes del sistema de las AFP puedan acceder, por primera vez desde su existencia y sin mayor reparo, al 10% del dinero que hoy poseen en sus cuentas.

Antecedentes y características...

Previo al sistema de pensiones actuales, existía en Chile un sistema de cajas de previsión, en las que los trabajadores cotizaban a un fondo, en unos % que dependían del ramo industrial al que pertenecían, y donde el esquema funcionaba como un sistema de "reparto".

Estando Chile bajo el gobierno militar de Pinochet, se promovieron cambios sustanciales en el sistema que derivaron en el que hoy conocemos, habiendo también experimentado éstos una serie de cambios y modificaciones luego con los gobiernos de la era democrática.


El sistema de las AFP en Chile presentan ciertas características, entre ellas:

1.- Es de capitalización individual
2.- Es de responsabilidad individual
3.- Que goza de una determinada "transparencia";
4.- Se fundamenta en la cotización "obligatoria" del 10% de la renta bruta que percibe el trabajador;
5.- Se explicitan diversas modalidades de pensión (retiro programado, renta vitalicia inmediata, entre otras), pero además es un sistema donde
6.- La rentabilidad no está asegurada.

Ese último punto que dejo allí no resulta menor, porque a diferencia de otros sistema, las AFP en Chile "no pueden" garantizar una determinada rentabilidad, pues -comentan ellas mismas- hacen apuestas en opciones de inversión sobre instrumentos de renta fija y variable, algunas de ellas de sustancial carácter "especulativo"; y cuando en estos últimos (renta variable) no se genera la rentabilidad esperada se generan pérdidas que se trasladan, automáticamente, a las cuentas de los afiliados, y donde las AFP no asumen mayor responsabilidad (o lo hacen en un grado muy bajo) por las apuestas financieras más riesgosas que generaron tales resultados.

Una situación que resulta cuando menos poco honrosa, poco seria, estrafalaria y hasta de desprecio, porque cuando las apuestas en la AFP marchan o salen bien los comentarios que éstos generan es, casi con certeza, "resultó así porque somos los mejores administradores de fondos de la galaxia", pero cuando las cosas van mal no asumen responsabilidad por mal proceder, sino que el mensaje pareciera ser "que lástima, que mala suerte... ni modo, a veces se gana y otras se pierde". 

Ya por ahí podrán ir entendiendo el malestar que éstos grandes fondos han ido produciendo, progresivamente, sobre un número importante de esos aportantes "obligatorios".

De las "promesas"...

Cuando el sistema de pensiones -bajo el modelo de capitalización individual con estas AFP- se montó, el mismo se diseñó y se vendió haciendo promesas tales como buscar que las personas pudieran jubilarse con una pensión equivalente al 70% de los sueldos de los últimos cinco años del aportante. Ojo, más adelante incrementaron la promesa, al vender la idea de retirarse con pensiones equivalentes al 80% y hasta del 100%.



Por supuesto, un negocio creado de la nada como éste, tuvo para las empresas que han venido participando de este tingla'o la palanca de sustentabilidad en función de la "obligatoriedad" que se impuso del sistema, sobre la permisividad que se dio con el "cobro de las comisiones" por gastos de administración del fondo, y por los subsidios que además permeaban, en los últimos años con mayor ahínco, desde el Estado hacia estas instituciones.

Ahora bien, sacar cuentas bien habría posibilitado, antes y ahora, saber que el sistema pudiera no cumplir con sus promesas. Para eso, hagamos un ejercicio...

* Etapa I

Siempre recomiendo con esto de las matemáticas, las finanzas y demás que para lograr entender modelos muy complejos, por cuestiones didácticas, se empiecen estructurando ejercicios muy simples, sencillos, con supuestos muy básicos para, de allí en adelante, irles haciendo cada vez más complejos a ver qué nos da, adónde llegamos.  

Imaginemos que estamos en una situación "modelo base" muy sencillo, donde tenemos un trabajador que inicia sus aportes a los 25 años, que estará trabajando durante 30 años (se retira a los 55), y que una vez jubilado vivirá otros 30 años (esperanza de vida, 85 años).

Supongamos además, que ese trabajador devenga un sueldo de 1.000 (que no cambia a lo largo del tiempo), lo que genera que el aporte mensual al fondo sea de 100 (10% del sueldo). Supondremos también, que ese trabajador concreta efectivamente sus 360 cuotas de aporte (30 años x 12 meses c/año) a lo largo de su vida productiva, que vive en una economía donde no hay inflación (π = 0), y donde además supondremos no existen comisiones ni tampoco tasas de interés para los recursos acumulados en el fondo, es decir, es como suponer que guardamos los recursos para nuestro retiro bien bajo el colchón o en una gran barril en el patio de casa.


Al cabo de 30 años de cotizaciones, en ese modelo base simple, tendremos un fondo acumulado del trabajador de = 100 x 12 x 30 = 36.000.

Ahora bien, si recordamos que ese trabajador se va a jubilar y quiere tener una pensión equivalente al 70% de su sueldo, entonces el fondo acumulado debería tener = 700 x 12 x 30 =  252.000.

En esta primera visual, encontramos que las cuentas NO cuadran. El trabajador acumula 36.000 en el fondo, y para que se retire con la promesa de pensión del 70% de su sueldo, debería tener acumulado (tomando en cuenta sus expectativas de vida) 252.000.

* Etapa II

Supongamos el mismo ejercicio, pero ahora, los fondos que acumula el trabajador obtienen una remuneración (interés) del 5% anual con capitalización mensual. En esta etapa, los ahorros que va generando el trabajador en su cuenta individual, están siendo remunerados, mensualmente, a una tasa de interés de 0,004073. Cuánto tendrá el trabajador al final de esos 30 años de cotizaciones?



S = Renta mensual x (((1 + i mensual) ^ 360) - 1) / i mensual) = 100 x (((1,004073) ^360) - 1) / 0,004073) = 81.517,34.

La resultante aún está lejos del pote mínimo deseado (252.000).

* Etapa III

Si la tasa de interés para retribuir los fondos acumulados fuesen del 10% anual (0,007973 mensual), el acumulado por el trabajador, después de 30 años de cotizaciones en este ejercicio modelo base, sería de 206.224.

Ojo, con la salvedad que poder percibir, un 10% de interés, en un modelo como éste, sobre unos fondos ahorrados es como estar haciendo el ejercicio de colocar esos recursos en fondos de inversión que suelen hacer apuestas de alto riesgo.  

A partir de aquí, pueden ir haciendo el modelo tan complejo como quieran, suponiendo incrementos salariales sobre el trabajador cada cierto tiempo, cuotas o aportes especiales, pueden también suponer la necesidad de un fondo final acumulado menor, siempre y cuando a los fondos que pasen a ser pensión se les retribuya en una cuenta de ahorros a determinada tasa de interés, entre otras.

Qué representan hoy las AFP...

Para tener una idea de la magnitud de estos fondos y del poder que generan los recursos administrados por sus CEO, al 20/02/2020 se estimaba que los aportes represados en las AFP alcanzaban los USD 195.130 Millones, que resultaban equivalentes al 80,71% del Producto Interno Bruto de Chile.

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Tradicionalmente, las AFP han ido gestionando esos ingentes recursos repartiendo el pote entre apuestas sobre estructuras productivas al interior del país y apostando también en otros mercados, colocando parte de esos recursos en el exterior para la administración por parte de otros grandes fondos de inversión.

El sistema de ahorro forzoso cuando invierte o genera préstamos a los grupos económicos internos, suelen -estos últimos- generar en contrapartida títulos de deuda que ponen a cotizar en Bolsa, donde los títulos llevan implícitos la promesa de pagar lo que han recibido por préstamo más los intereses. Qué ha ocurrido?... Que si la jugada no marcha como se esperaba, si el mercado no responde como se estimaba, es cuando se producen los resultados negativos que terminan impactando sobre los fondos acumulados por los trabajadores.


Los recursos canalizados hacia el interior de la economía chilena no son poca cosa, pues históricamente oscilan entre el 50% y 60% del total de los recursos acumulados en la AFP, y que han resultado claves para motorizar sectores pujantes como el de la construcción, el retail, la pesca, banca y finanzas, entre otros.

De los malestares comprensibles...

i) Que el sistema haya resultado en obligatorio, sin dejar opción al trabajador de decidir sobre otras formas de acumular para garantizar su retiro;

ii) Que se le cobren a los trabajadores, que aportan "obligados", unas comisiones por gastos de administración del fondo de un servicio que el trabajador no pidió, además con el descaro de que no se hagan responsables las AFP -como administradores- de las torpezas, incompetencias y malas inversiones cuando las apuestas que hacen no terminan bien y que terminan perjudicando, exclusivamente, al que cotiza;

iii) Que siendo un negocio privado terminen éstos recibiendo, desde el Estado, recursos en montos importantísimos bajo la modalidad de "subsidios";

iv) Que, a partir de diversos estudios realizados en años recientes, se constate que de cada 3 pesos que reciben las AFP, 2 van dirigidos a sufragar los gastos de administración de los fondos y solo 1 va dirigido a terminar, efectivamente, como pensión de un aportante;

v) Que los años han terminado demostrando que el sueño de un retiro ejemplar y cómodo está lejos de materializarse, siendo que la pensión del ciudadano promedio desde las AFP termina resultando -hoy- en 192.000 pesos;
vi) Constatar que sólo pocas pensiones, de trabajadores que cotizaron entre 28 y 30 años, llegan a la cifra de 355.000 pesos;

vii) Que el panorama no parece ser muy alentador, sobre todo si se conoce que el 50% de los trabajadores en el Chile actual ganan 500.000 pesos o menos.


Finalmente...

Como decía al principio, puede que estemos contemplando los primeros pasos en el derrumbe de estas estructuras tal cual las conocemos hoy, pero también conociendo las tragedias del sistema de reparto, como el de Venezuela por mencionar alguno, es justo reflexionar sobre cuál es el mecanismo que debe instrumentarse. 

Las arremetidas contra las AFP parecen haber fraccionado su muro de contención, los movimientos de izquierda muy probablemente seguirán trabajando en Chile por establecer un sistema de pensiones público bajo la modalidad de reparto, con lo pernicioso, con lo dañino, con lo perverso que ello resulta, sobre todo por el manejo discrecional de los recursos y por la porosidad de las manos de los políticos que suelen ubicarse al frente de estos tesoros.

Este será un asunto que, en el futuro cercano, estará en el tapete y merece seriedad, merece un tratamiento técnico, merece racionalidad, merece respeto, porque será decisivo en el destino final de millones de personas que participan del mercado de trabajo en este país austral.


Si me preguntaran a mí, en lo personal, estaría de acuerdo en mantener un esquema privado de acumulación para garantizar el retiro por vejez o invalidez, pero NO obligatorio sino absolutamente voluntario, con opciones abiertas de retiros de fondos para dirigirlos a imprevistos previamente establecidos, de competencia verdaderamente abierta entre los administradores de fondos, con un ente regulador preciso/acucioso para evitar distorsiones, con promesas mínimas de retribución a los fondos, con garantías mínimas en caso de quiebras, etc. Pero bueno, ya la historia dirá...


Rafael Simón Hernández Jiménez


P.D. Para que no se queden con la duda, en el ejercicio sencillo que había planteado antes, los fondos del trabajador deberían estar siendo remunerados a una tasa de interés real de 11,1% anual (con capitalización mensual) para que, cotizando 100 mensualmente durante 360 meses, pudiera acumular un fondo de 252.000 y retirarse con la pensión estimada de 700 mensuales.  



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