Incentivos para el Desarrollo…se entiende en Venezuela?

Por Rafael Simón Hernández

Muy recientemente, Venezuela ha vivido la “aprobación en primera discusión” de una nueva Ley que, seguramente, generará grandes cambios en la dinámica tanto de la gente de a pie como de los actores empresariales, en relación a las opciones de tenencia de bienes inmuebles, en cuanto a las opciones o no de invertir...me refiero a la Ley de Tierras Urbanas.

El articulo de hoy, no pretende hacer un análisis de este instrumento legal articulo por articulo -bien podría quedar para una próxima entrega-, pero sí pretende exponer algunos elementos para la reflexión, sobre todo lo que esto puede implicar, teniendo en cuenta la particular situación social y económica por la que atraviesa este país.

Venezuela, pese a contar con importantes yacimientos petrolíferos, importantes reservas de gas -asociados al desarrollo de la primera actividad mencionada-, contar además con enormes recursos hídricos, recursos minerales, etc.; necesita encontrar una “fórmula” que le permita poner en funcionamiento todo el engranaje del aparato económico (sumido ya por varios años en una especie de estado epiléptico) para promover “crecimiento económico” y con ello, generar recursos que permitan completar el binomio con el “desarrollo”.

Sin embargo, es importante recordar que, el crecimiento y el desarrollo económico de los países no pueden explicarse por la sola presencia o ausencia de recursos naturales. Los recursos no son, en ese sentido, ni necesarios ni suficientes para el desarrollo, y esto ha quedado evidenciado si observamos que se ha producido tanto crecimiento económico como desarrollo en regiones o países en circunstancias inhóspitas, y también es harto conocido el poco desarrollo alcanzado en países que poseen a borbotones el excremento del diablo.

Lo que sí parece evidente, es que poner todo el aparato económico en funcionamiento, reactivar todo el aparato generador de bienes y servicios a gran escala, de una manera armónica y coherente, requiere no solo “políticas” sino también la confluencia de ingentes volúmenes de capital para invertir, tanto de naturaleza pública como privada y tanto internos como externos.

Con los años, los historiadores y economistas más acuciosos que han estudiado el fenómeno del crecimiento y desarrollo económico, coinciden en un punto, en un elemento “clave” para entender y explicar el desarrollo de una serie de naciones -desde finales del siglo XVIII hasta nuestros días- y este no es más que los “derechos de propiedad”.

En el mundo moderno, la prosperidad y los derechos de propiedad son conceptos absolutamente inseparables. La importancia de que existan derechos de propiedad bien definidos y protegidos cuenta con un amplio reconocimiento por parte de economistas y autoridades responsables del diseño de políticas públicas, sin embargo, durante gran parte de la historia de la economía moderna se le prestó muy poca atención al tema, lo que pudiera ser indicativo de que tal omisión pudo haber originado muchas de las malas políticas de desarrollo.

Un sistema de propiedad privada permite-otorga-faculta a los individuos el derecho exclusivo a usar sus recursos como bien deseen. El dominio sobre lo propio, hace que los usuarios de la propiedad tomen conciencia de los costos y beneficios de emplear sus recursos de una determinada manera, y todo este proceso de ponderar costos y beneficios producen lo que los economistas denominan “resultados eficientes”.

Termino esta breve reflexión con un párrafo expuesto en el libro “Camino de Servidumbre” de Friedrich Hayek (The Road to Serfdom, University of Chicago Press, 1944, págs. 103-104), quien argumentó a favor de la propiedad privada que:

“El sistema de propiedad privada es la garantía más importante de libertad, no sólo para los propietarios, sino en el mismo grado para quienes no lo son. Es sólo porque el control de los medios de producción está dividido entre muchas personas que actúan en forma independiente que nadie tiene poder total sobre nosotros, que como individuos podemos decidir lo que hacemos. Si todos los medios de producción estuvieran en una única mano, ya sea nominalmente la de la “sociedad” en general o la de un dictador, quien sea que ejerza este control tendría completo poder sobre nosotros”.

Las experiencias en ese sentido son muchas, pero no entender esta lógica, hacer ojos ciegos a este fenómeno, puede poner a jugar en una ruleta el rumbo de toda una economía, de todo un país, de varias generaciones…

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