USA: Los Primeros Cambios en la Revolución Energética




Por Rafael Simón Hernández

Recientemente, el Presidente de USA, Barack Obama, ha anunciado que su gobierno invertirá US$ 3.400 millones para modernizar el tendido eléctrico de los Estados Unidos y convertirlo en un importante usuario de energías renovables.


Haciendo un recorrido por sus palabras, ha comentado que: “Llegó el momento de construir una autopista de la electricidad que permita llevar esta energía a los estadounidenses de la manera más eficaz posible, por un precio accesible y sin deteriorar el medio ambiente".


Así mismo, portavoces de la Casa Blanca han hecho saber, que se trata de la mayor inversión de la historia en la modernización del tendido eléctrico, que busca implementar un sistema más inteligente, eficaz y confiable.


El objetivo es lograr que la transmisión de energía eléctrica sea cada vez más eficaz, en un intento por evitar pérdidas y desaprovechamiento de las mismas, utilizando para ello distintas tecnologías como transformadores y sensores digitales.


Según un estudio del Instituto de Investigación de la Energía Eléctrica mencionado en el comunicado de la Casa Blanca, la implementación de esas nuevas tecnologías podría reducir en más de 4% el consumo eléctrico para el año 2030, lo que representaría un ahorro de US$ 20.400 millones.


Ahora bien, cuál podría ser la premisa estratégica de este movimiento?


Los Estados Unidos, a partir de los desafortunados incidentes terroristas en su propio suelo, con aquello de la Torres Gemelas, han tomado conciencia, por primera vez desde su propia fundación, de lo “vulnerable” del sistema ante las amenazas y/o ataques contra elementos claves en su infraestructura.


Desde entonces, han sido varios los estudios e informes elaborados por agencias especializadas, fundaciones, el propio Pentágono y antiguos consultores de la Presidencia, que han hecho hincapié sobre los posibles “puntos débiles” que existen en su estructura y que plantean amenazas para la seguridad norteamericana, siendo uno de esos puntos la dependencia energética de USA al tener que importar ingentes cantidades de petróleo para poder mover el carro de su economía y su red eléctrica.


La pregunta que muchos se harán en este momento es: y que tiene que ver uno con el otro?


Muy sencillo, el hombre en tanto hombre es un mero animal de costumbre, así que rápidamente nos hemos acostumbrado -siglo XX y lo que llevamos del XXI- a disponer de energía eléctrica con el sencillo acto de pasar el interruptor, pudiendo pensar en la electricidad como una fuente natural y primaria de energía, sin reparar en el hecho de que, para obtener un alto porcentaje de ella se ha tenido que realizar la quema de carbón, petróleo o gas natural.


El mundo que observamos y disfrutamos hoy día (o al menos intentamos), podría estar pasando por momentos que, Yo llamaría, verdaderos puntos de inflexión, dados fundamentalmente por:


.- la crisis económico-financiera, que ataca cualquier rincón del planeta, siendo más dura para unos que para otros, anestesiando a los principales órganos rectores en materia de política económica, que pareciera desubicados en este gran “desorden”, y con efectos que aún están por verse (allá los que opinan que la “cosa” está pasando o ha pasado ya???);


.- el fenómeno de un calentamiento global, real, cada vez más nocivo, que podría provocar a la vuelta de muy pocos años cambios dramáticos en la geografía mundial, tal cual la conocemos hoy, y alterando notablemente las opciones disponibles para producir y hacer vida en este golpeado planeta azul; y


.- los problemas de tipo político-militar en el reparto del mundo y el terrorismo como una variable exógena, que pareciera estar bajo una velocidad y dirección muy propia, y que podrían generar -en el momento menos pensado- el disparo de importantes conflictos en distintas áreas del planeta, en procura por el establecimiento de nuevos Estados y la rectoría sobre importantes fuentes de materias primas y energía (África y Asia son los caldos de cultivos de muchos de estos movimientos).


Regresando al tema de la electricidad y los primeros pasos de la revolución energética en la Administración Obama (no crean que lo anterior está desconectado), hemos visto como la humanidad a lo largo del siglo XX -y lo que va del XXI- ha experimentado:


i).- el mayor salto demográfico de la historia;


ii).- ha podido disfrutar de niveles de producción de alimentos, así como de otros bienes y servicios sin precedentes, como consecuencia de haber trabajado consecuentemente en innovación, investigación y desarrollo, con miras a exprimir el jugo de los primeros avances en aquella incipiente revolución industrial gestada a finales del siglo XIX (en el caso de la agricultura, estos procesos de I+D dieron con pesticidas y fertilizantes derivados de los combustibles fósiles que dispararon las opciones de producción agrícola); y


iii).- la cercanía y estrechez del planeta, al poder conectar puntos ubicados a grandes distancias entre sí, todo esto posible, por la construcción de un sistema de transporte muy potente y una infraestructura eléctrica que permite la conexión de millones de personas en una entramado social organizado, estrechamente vinculado e interdependiente.


Este brevísimo resumen sobre lo que la humanidad en general ha experimentado en poco más de un siglo (excepciones siempre existen), da cuenta de algunos puntos débiles de la estructura social y política, no solo en el caso de USA sino de otros muchos países.


La red eléctrica, sobre la que recaerá la inversión de los recursos anunciados en el inicio de este artículo, debe ser vista como una especie de “sistema nervioso central” (en palabras de J. Rifkin), capaz de proporcionarnos potencia, luz y calor, haciendo posible además la existencia y el funcionamiento de la red de telecomunicaciones, que ha cobrado con los últimos años una preponderancia única, y que permite el funcionamiento y coordinación de todos los subsistemas que constituyen nuestra estructura/aparato socio-productivo, aquel que conocemos, que disfrutamos, que vivimos.


Valdría la pena hacer un ejercicio muy sencillo. Imaginar la vida en zonas urbanas, en nuestras ciudades, sin energía eléctrica. La electricidad se ha convertido en una condición “indispensable” para nuestras actividades más cotidianas.


Sin energía eléctrica, la vida urbana dejaría de ser posible; nuestra era de la información se perdería rápidamente, quedando en la memoria de algunos en un difuso recuerdo; la producción industrial, la generación de bienes y servicios, quedaría detenida de inmediato. Nuestra civilización llegaría a su fin.


Probablemente, el siguiente artículo se lo dedique a este tema, porque estos cambios pueden estar generando señales muy importantes para los años venideros…



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