Economía de la Salud, Agenda Pendiente o Desastres para el Siglo XXI

Por Rafael Simón Hernàndez Jiménez

La ultima alarma que hemos vivido en materia de salud la contemplamos en estas semanas con la famosa “gripe porcina”, es una enfermedad que, en principio, afecta las vías respiratorias de los cerdos, y contra lo cual es cotidiano se les vacune, siendo sus brotes comunes, pero rara vez fatales. A veces los cerdos se contagian de varios tipos de gripe al mismo tiempo, lo que provoca que los genes de los virus se mezclen y se reasocien.

Este virus que hoy genera intranquilidad colectiva es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una variación de la cepa H1N1, que no se había visto antes, genéticamente diferente al virus de influenza estacional H1N1 en seres humanos, que ha estado en circulación por el mundo entero en los últimos años, y contiene ADN propio de los virus humanos, porcinos y aviares, incluyendo elementos de virus porcinos europeos y asiáticos.

Solo por buscar datos históricos, la cepa H1N1 fue la causante de una pandemia conocida como la “gripe española”, que se cobró unos 50 millones de vidas a principios de siglo XX.


Llama poderosamente la atención, como en los últimos 20 años hemos sido testigos de excepción del debut de enfermedades y la reaparición de algunas que considerábamos extintas y que se esparcen rápidamente por el orbe provocando la angustia de millares de familias, y el temblor de incluso economías completas.

Al respecto, creo que son múltiples las reflexiones a hacer, pudiendo pasar por la velocidad a la que vamos en materia de “investigación y desarrollo” en el área farmacéutica; la atención a estas cotidianos males en el mundo animal; la responsabilidad y puntual erogación gubernamental en materia de salud de la población para erradicar enfermedades, prevenir otras y procurar la extensión de los años de vida (esperanza) para sus pobladores; y los dramáticas consecuencias que el deterioro climático pueden estar provocando en el planeta azul.

Cuando hablamos de cambio climático a menudo pensamos en el aumento del nivel del mar y el derretimiento de los glaciares, pero igual de importante, explican gente dedicada a la ciencia y la salud, resultan el aumento en las temperaturas del planeta y la fluctuación en los niveles de precipitación fluvial que afectan la distribución de peligrosos patógenos que causan enfermedades.

Recientemente, un reportaje de la BBC comentaba sobre aquellas enfermedades incluidas en la lista de las "doce asesinas", que afectan tanto a los animales como al ser humano. La lista de las doce asesinas la componen las siguientes: Influenza Aviar, Babesiosis, Cólera, Ébola, Parásitos intestinales y externos, Enfermedad de Lyme o Borreliosis, Peste bubónica o peste negra, Marea roja, Fiebre de Rift Valley (RVF en sus siglas en inglés), Enfermedad del sueño o tripanosomiasis, Tuberculosis y tuberculosis bovina y Fiebre amarilla.

El Presidente de la Sociedad de Conservación de la Naturaleza (Steven Sanderson) comenta que, “la salud de los animales está estrechamente relacionada a los ecosistemas en que viven y el medio ambiente que los rodea”.

Algunos científicos comentan también que, enfermedades incluidas en esta lista de las “doce asesinas” se propagarán aún más en el mundo como resultado de los cambios en las temperaturas y los niveles de precipitación fluvial, y por supuesto, tendrán un impacto enorme tanto en la salud humana como en la naturaleza y las economías del mundo.

Otros curiosos del tema, han calculado que con estas que enfermedades que reemergieron desde mediados de los 1990 (como la gripe aviar), se han causado pérdidas por el orden de US$100.000millones en la economía global.

Revisando algunas cifras de Naciones Unidas y su Índice de Desarrollo Humano, podemos tener una idea bastante precisa de cómo han venido evolucionando –o involucionado- los países del orbe en los últimos 40 años, como han cambiado sus niveles de riqueza, como han evolucionado sus esperanzas de vida, y consecuentemente una buena idea de la inversión que se ha producido en el plano de salud pública para generar esto último.

Por ejemplo, para 1975 el ingreso promedio de una persona en el mundo era de 5.236US$ y un niño recién nacido entonces podía esperar vivir unos 61 años. Con el transitar de estos años, en general, el mundo se ha venido haciendo más rico y más sano en conjunto, sin embargo, este enriquecimiento no ha estado distribuido entre todos los habitantes del planeta por igual.

Es así como en durante el año 2001, los países del OCDE (naciones en mayor estado de desarrollo) contaban con un PIB per cápita de 27.169US$ y una esperanza de vida de 78,1 años, mientras que los países latinoamericanos en conjunto presentaban un PIB per cápita de 7.050 US$ y una esperanza de vida de 70,2 años de vida, y solo por poner el peor de los casos, los países del África Subsahariana contaban (al año 2001) con un PIB per cápita de 1.831US$ y una esperanza de vida de apenas 47,1 años. Igual de importante es mencionar que, entre los países que conforman estos grandes bloques regionales (sobre todo en los dos últimos mencionados) la diferencia de país a país suelen ser muy dispares.

Por otro lado, considerando los países del África Subsahariana, si comparamos países como Ghana y Nigeria (con todo lo que este ultimo representa, siendo un importante productor petrolero, con importante recursos naturales aparte del oro negro, y una población de unas dimensiones y una tasa de crecimiento poblacional que lo hace de seguro el país más poblado de África y próximamente uno de los más poblados del mundo en poco tiempo) encontramos lo siguiente: al 2001, Ghana poseía un PIB per cápita de 2250 US$ mientras que Nigeria contaba apenas con 850 US$, y en sus esperanzas de vida ubicamos para Ghana unos 57,7 años mientras que para el caso de Nigeria este índice se ubicaba en 51,8; por no hablar de países como Sierra Leona, en donde la esperanza de vida para ese año se ubicaba en 34,5 años.

Un común denominador en la caída en la esperanza de vida en los países de África Subsahariana se ha debido al SIDA como poderoso agente exterminador de masas.
El SIDA junto a la lista de las “doce asesinas” se perfilan como puntos de la agenda a los que hay que atacar sin contemplación, dedicando ingentes recursos -públicos y privados- ó los resultados serán desastrosos. El mundo podría experimentar en el corto-mediando plazo importante cambios en su geo distribución.

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