Pérdidas por las Colas del Tráfico Vehicular en las Grandes Ciudades...


Elaborado por: Rafael Simon Hernandez Jimenez

Conversando con unos amigos hace algunos días, reflexionaba sobre la “pérdida” que experimentamos en nuestra vida quienes -por cosas del destino- trajinamos en las grandes ciudades latinoamericanas, acentuando el hecho de que, mientras mayor la ciudad (en términos de población, que conlleva a un mayor tráfico, con cargas de stress importantes y con mayores complicaciones de toda índole) mayor la pérdida, y para hacerlo sencillo reparaba en el tiempo “enorme” que podemos pasar en medio de una simple cola ó atasco en el barullo del tráfico automotor.

Sólo para contextualizar el tema, podemos imaginarnos / ubicarnos en ciudades como Caracas, México DF, Sao Paolo ó Buenos Aires.

Para hacernos una idea, en estas ciudades hacen vida -según World Gazetter- unas 23.610.441 personas en el caso del México DF, otros 20.831.058 de personas en Sao Paolo, aproximadamente 14.598.065 habitantes en Buenos Aires, y unas 4.478.051 habitantes en la Gran Caracas. La cosa se complica aún más, cuando analizamos la “densidad poblacional” en esas grandes urbes, pues literalmente, viven unos encima de otros.

Al decidir escribir sobre este tema tan particular, encontré un artículo titulado “Megaciudades, Dañinas para la Salud” del periódico La Jornada de julio del 2009, en el que, un especialista de nombre Adrián Guillermo Aguilar, del Instituto de Geografía de la UNAM (México), explicaba que las grandes urbes –de más de 10 millones de habitantes– tienen una serie de desafíos sociales para brindar a sus ciudadanos una buena calidad de vida (Caracas, no llega a 10 millones, pero vaya que tiene desafíos en ese sentido).

Según el artículo, “Diversos estudios revelan que los habitantes de las grandes urbes presentan un trastorno llamado síndrome de la felicidad aplazada, que no es otra cosa que una profunda angustia de las personas, que no tienen tiempo suficiente para cumplir con sus obligaciones laborales, por lo que posponen experiencias placenteras, el ocio y la recreación, intentando recuperarlas en un futuro que nunca llega”.

Ahora bien, el ejercicio propuesto en esa ocasión es “cuantificar”, muy a grosso modo, en términos de años de vida y en retribución monetaria lo que significan las pérdidas asociadas a las penurias de las colas y el tráfico vehicular en estas grandes ciudades.

Casualmente resulta que, compartiendo con amigos de diversas nacionalidades, por cierto, de estos países a los que hago referencia, comentan que el tiempo “promedio” que puede requerir una persona cualquiera para desplazarse en su vehículo -cada mañana- desde su domicilio hasta su puesto de trabajo, ronda -tranquilamente- la 1 ½ hora a 2 horas.

Esto significa, que si el fenómeno se repite al caer el día y se hace el trayecto contrario (es decir, ir del puesto de trabajo hacia la casa o residencia) entonces, cada una de estas personas pasa diariamente entre 3 y 4 horas en esta dinámica absolutamente improductiva para la mayoría.

Cómo es esto posible? 

Pues veamos los números asociados al parque automotor, encontrando que:
.- En México DF -número más, números menos- podríamos encontrar, al día de hoy, un parque automotor superior a los 5.000.000 de vehículos;

.- Sao Paolo contaba con un parque automotor, al 1° semestre de 2008, de 6.000.000 de vehículos;

.- En Buenos Aires encontramos que, su parque automotor ascendía a 5.023.963 de vehículos para el año 2008, según cifras de la Dirección Nacional de los Registros Nacionales de la Propiedad del Automotor y Créditos Prendarios (http://www.dnrpa.gov.ar/); y

.- Para el caso de la Gran Caracas, encontramos un parque automotor de 1.402.934 vehículos, de los cuales 1.277.135 son vehículos particulares según cifras oficiales (http://www.inttt.gov.ve/docs/Estadisticas.pdf).

Visto así, y los cálculos???

(*) Pérdida en “años de vida” por colas en el tráfico vehicular

Pues, en términos de vida -ó para decirlo mejor, en vida pérdida ó no aprovechada a gusto-, esto representaría para una persona que al día de hoy estuviese plenamente activa, que tenga por delante de sí unos 30 años de vida laboral, y suponiendo que la “perversión” del fenómeno se mantiene inalterado a lo largo de ese tiempo, algo así como:

(2 + 2) x 5 x 49 x 30 = 29.400 horas / 24 = 1.225 días

1.225 / 30 por mes = 40,833 meses = aprox. 3 años, 4 meses

Para llegar a ese número, he supuesto que el año posee -aproximadamente- 53 semanas; he asumido además, que una persona trabaja ó labora en el año unas 49 semanas, pues disfruta (en promedio) de unas 4 semanas de vacaciones por año; y que además trabaja, permanentemente, de lunes a viernes durante esos 30 años de vida laboral/profesional.

Y monetariamente???

Debo confesar, antes de continuar que algunos datos han estado particularmente difíciles de conseguir, por lo cual, el ejercicio siguiente lo he efectuado sólo para los casos de Caracas y la Ciudad de México.

(*) En la Gran Caracas encontramos:
.- Fuerza de Trabajo 2.094.288 (INE, 1° semestre de 2009)

.- Población en actividad/empleada, aproximadamente, 1.045.797

.- Salario mínimo de 960 BsF. (moneda oficial)

.- Tipo de cambio promedio de 3,45 BsF./USD (2,60 + 4,30 / 2)

.- Salario mínimo mensual en dólares de 278,26 USD

Ahora bien, estos 278,28 USD percibidos mensualmente, repartidos en el mes y horas de trabajo promedio, darían un pago de 1,58 USD/hora de trabajo (278,26 / 22 días al mes y luego dividimos entre 8 horas de trabajo diarias).

Asumiendo, que toda la población en actividad/empleada percibiera este mismo salario/hora -esto para simplificar el ejercicio-, y además que toda ella se encontrara con la situación de perder 4 horas diarias en estos atascos improductivos, encontraríamos que, el total de recursos que se pierden ascienden a:

1,58 x 4 x 5 x 49 x 1.045.797 = 1.619.312.074,8 USD / año

(*) En el caso de la Ciudad de México, encontramos lo siguiente:
.- Sin incluir la Gran Zona Metropolitana del DF, sino sólo la Ciudad de México, los últimos números dan cuenta de una PEA de 4.192.800 personas, con un total de ocupados de 3.918.777 (ver: http://www.boletin-infomail.com/inflacin_desempleo_huelgas_incrementos_salariales_estadsticas/).

.- Siendo el salario mínimo diario en el DF está en 54,80 pesos diarios

.- Tipo de cambio de 0,08013 USD / Peso, esto es –aproximadamente- 4,39 USD diarios

Haciendo el ejercicio en los mismos términos que para la ciudad de Caracas, dividimos 4,39 / 8 = 0,54875 USD / hora de trabajo, así pues, encontramos que el total de recursos que el caos vehicular puede significar para una ciudad como ésta asciende a:

0,54875 x 4 x 5 x 49 x 3.918.777 = 2.107.420.301,175 USD

He dejado los cálculos de la pérdida monetaria asociado al fenómeno para ambas ciudades en términos de un (1) año, pues agobiaría para un período tan largo como el de 30 años de vida laboral.

Vemos así, como un fenómeno “cotidiano” como las colas del tráfico vehicular en las grandes ciudades aparte de devorar parte de nuestra vidas, esconden tras de sí números de gran significación.

En el futuro -sin duda-, habrá que trabajar y mucho para tratar de paliar estas situaciones y hacer de las ciudades espacios más cálidos, más humanos…

Seguridad: Alarmas para una Política de Estado


Elaborado por: Rafael Simón Hernández Jiménez

Revisando noticias asociadas a Latinoamérica en general y a Venezuela en particular, reparaba en lo trascendente que resultan, para el presente y futuro de la Región, las opciones de “hacer” vida en la misma…me refiero a poder crecer, a poder crear, progresar y poder así llegar a alcanzar la madurez como persona, dejando tras de sí, una estela de logros y acumulación de riquezas repartidas socialmente.
El llamado de atención viene dado, básicamente, por encontrar en la Región serios problemas de seguridad (y me referiré en esta ocasión, a la seguridad personal), que ponen en vilo, justamente, las opciones de “hacer” vida y contribuir con el trabajo, esfuerzo e innovación con el crecimiento y desarrollo económico y social de los países del área.
Sólo por reparar en algunos casos:
.- Observamos, como verdaderas mafias asociadas al narcotráfico, han puesto en los últimos meses una especie de “estado de sitio” en zonas/regiones al norte de México, en el que se hace cosa cotidiano el acto de encontrar ciudadanos abaleados en las calles por estas mafias;
.- Así mismo, contemplar como las denominadas “maras”, en varios países de Centroamérica, han impuesto progresivamente su ley, poniendo en vilo la vida y la seguridad de las personas de estos países;
.- En el caso de Brasil, se hace una buena idea lo dramático de la situación, cuando reparamos en que hace algún tiempo un Alcalde de una gran ciudad costera de este enorme país en América del Sur, planteó el cercar -con un enorme muro- a una barriada de dimensiones desproporcionadas y tratar de evitar con ello, los efectos de la violencia que imperan en las calles de estas barriadas; ó
.- Al reparar en Venezuela, observar como la situación de inseguridad se ha prácticamente “institucionalizado”, al punto de encontrar -según estimaciones de especialistas/analistas del tema seguridad- unos 100.000 asesinatos a su población entre 1999 y 2008 (10 años). La cosa no es fácil, porque cifras de este calibre, colocan a Venezuela por encima de situaciones/conflictos como el de Chechenia que significó unos 50.000 muertos ó la Guerra del Golfo con sus 63.000 muertos.
Para el escrito y ejercicio que me he propuesto, tomaré el caso venezolano, por la cercanía obvia, para evitar susceptibilidades para con otros países hermanos, y por tener a mano una serie de datos que facilitan el ejercicio.
Repararé por cierto, en el tema de las “pérdidas de vida” a causa de muertes violentas, dejando por fuera las angustias y zozobras que generan otras prácticas delincuenciales como los secuestros,  robos, etc.; para los cuales bien pudieran estimarse también sus efectos económicos.
Quedarnos con la cifra de 100.000 homicidios en un período de 10 años, da cuenta de 10.000 pérdidas humanas por año (número fácil, redondo y lamentable). La cosa se complica, puesto que el sector más afectado con esta situación en Venezuela es la población joven, en particular hombres de entre 15 y 29 años (se estima que son éstos los objetivos de 4 de cada 10 homicidios).
Recordemos que, la medida de generación de riqueza de una sociedad, viene dada/medida por el Producto Interno Bruto (PIB), que no es más que el valor monetario del total de la producción corriente de bienes y servicios de un país durante un período determinado. De tal manera que, el PIB de un país se consigue con el trabajo y la producción de todos aquellos hombres y mujeres que logran, efectivamente, generar estos bienes y servicios.
Siendo el caso, que la población joven afectada por estos hechos resultan en 4 de cada 10, encontramos unos 40.000 homicidios de gente joven a lo largo de estos 10 años; personas que podríamos ubicar, claramente, dentro de la llamada “Población Económicamente Activa – PEA”, que es aquella población compuesta por toda persona en edad laboral que o bien trabaja en un empleo remunerado (población ocupada) o bien se halla en plena búsqueda de empleo.
Por otra parte, resulta de interés conocer que, en el caso de Venezuela, la base para la PEA es 15 años de edad, y la edad de jubilación está en 55 años para el caso de la mujer y 60 años para el caso del hombre, de tal manera que, quedándonos con que esas 40.000 personas asesinadas que estarían dentro de la PEA, asumiendo una edad promedio de estas víctimas de 22 años (15+29/2), y teniendo en cuenta que estas personas pudieran haber estado laborando activamente durante unos 30 años, podríamos tratar de estimar las pérdidas de riquezas que estas lamentables muertes pudieran significar para una economía como la venezolana.
Para el ejercicio en cuestión, he optado por tomar el PIB per cápita “promedio” para el período 2003-2007, el cual ubico en USD 7.528; así mismo, y asumiendo que estas 40.000 víctimas de la violencia en el país hubiesen podido trabajar a lo largo de 30 años produciendo en promedio esos USD 7.528, con una tasa de incremento interanual del 1,5% -que podríamos comentar se acerca bastante a la tasa de crecimiento de la población en los últimos años- tendríamos el siguiente resultado:
Rn =      R0  x    (1 + i) n   - 1   /  i     x    40.000 =
Rn =        7.528 X    (1 + 0,015) 30    - 1    /  0,015     x    40.000 =
Rn =    7.528 x (37,5386813)      x    40.000 =
Rn = 282.591,19   x    40.000 =
Rn =  MM USD  11.303,64
De tal manera que, el ejercicio así planteado da cuenta de unas pérdidas de riqueza de MM USD 11.303 que podrían haberse generado con el trabajo “constante” de estas 40.000 personas durante 30 años y asumiendo un crecimiento interanual de esta economía del 1,5%.
Claro está, el ejercicio podría complicarse mucho más, puesto que podríamos introducir variables socio-culturales, podríamos incluir probabilidades de que estas personas hubiesen podido adquirir tal o cual nivel de conocimientos y habilidades que les hicieran obreros, u obreros especializados, o técnicos, o profesionales de alto nivel, con las implicaciones que ello supondría para las cotizaciones en un sistema de seguridad social, las diferencias en la generación de riqueza individual, con un modelo que tratara de reflejar las características de la estructura productiva venezolana, etc.; pero creo que pudiera ser éste un buen ejercicio de reflexión.
La seguridad personal debería ser en todo momento una “Política de Estado” por las enormes repercusiones que ello implica, más aún cuando observamos que desde ese lado del mundo y durante los últimos años se ha evidenciado una oleada migratoria de gente joven, con alta cualificación, que alegan entre otros motivos para la búsqueda de nuevos horizontes, la seguridad personal como variable propulsora de esa iniciativa…sin duda, una curiosidad el tema, tomando en cuenta la transferencia de riqueza que ello implica!!!