Panorama complejo para la economía venezolana

Por Rafael Simón Hernández

En días recientes, el Banco Central de Venezuela (BCV) ha informado acerca del retroceso que ha experimentado la economía venezolana al comentar que, el Producto Interno Bruto (PIB) del segundo trimestre de 2009 ha caído en 2,4 por ciento en comparación a los resultados exhibidos por este indicador en el mismo periodo del año pasado, motivado -según el informe- por la crisis financiera internacional (no por las repercusiones en la arquitectura financiera local sino por la contracción de la demanda mundial de bienes y servicios) y los bajos precios del oro negro venezolano en los mercados de exportación.

La situación es aún mucho más compleja, porque todo esto ocurre en un escenario en el que observamos una aceleración persistente del fenómeno inflacionario, y que no exhibe resultados más desalentadores por estar presentes en la economía local un control de precios muy riguroso en una serie de rubros importantes que logran “disimular” los resultados de la inflación real.

El informe del BCV provee además, información valiosa acerca del comportamiento desfavorable de la economía venezolana para el segundo trimestre, desglosando este reverso en la producción tanto por una caída en la actividad no petrolera del 1.6 por ciento, como por un deterioro en la actividad petrolera del 4.2 por ciento.

Harto delicado el escenario, toda vez que la economía venezolana depende hoy día, casi con carácter de exclusividad, de lo que genere la actividad petrolera, que además cuenta con esquemas de venta y comercialización singulares o atípicos, excepto por las ventas que se hacen a los Estados Unidos de América que son pagados, eso sí, en billete constante y sonante. Aproximadamente, 93 o 94% de las exportaciones venezolanas son productos del negocio petrolero.

Como si fuera poco, las exportaciones totales de bienes FOB han descendido dramáticamente. Para el segundo trimestre de 2008, las exportaciones totales de bienes FOB se ubicaban en MMUS$ 30.310 (petroleras en MMUS$ 28.597), mientras que en el segundo trimestre de 2009 las mismas alcanzan los MMUS$ 14.627 (petroleras en MMUS$ 13.756), lo que da cuenta de una caída del 51,74% en dichas exportaciones.

Las dolencias son muchas:

- una inflación persistente de tipo estructural; la dependencia absoluta de todo un país a un solo sector productivo;
- la enmarañada situación en la que se encuentran otras empresas y sectores productivos, toda que han pasado a depender de las ordenes del aparato de gobierno con los procesos de renacionalizaciones y re-estatizaciones;
- una apreciación constante del tipo de cambio que imposibilita algún tipo de participación efectiva en los mercados de exportación a bienes distintos del petróleo;
- un complicado sistema regulatorio que genera desincentivos a la producción privada y la inversión;
- una agotadora lucha por la obtención de divisas que posibiliten la adquisición de insumos y materias primas, que hagan posible algún tipo de producción a sectores diferentes al petrolero -para muestra las contracciones exhibidas por la manufactura, el comercio, los servicios inmobiliarios entre otros para este segundo trimestre de 2009-;
- una hipertrofia de la burocracia y el aparato gubernamental en su neo-rol de empresario (faceta que no ha generado mayores beneficios en experiencias no tan lejanas), etc., etc., etc.;

hacen de todo esto un escenario muy complicado, muy complejo y muy peligroso para “toda” la población, por los efectos negativos que puedan generarse a raíz de algún tipo de colapso. Es una especie de -nada agradable- “bomba de relojería”!!!

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