Elaborado por: Rafael Simón Hernández J.
En días pasados, hemos visto como Grecia, uno de los Miembros de la Unión Europea – UE, ha puesto a correr -literalmente- a medio mundo en el viejo continente, en procura de buscar una salida “elegante” a las dificultades del país heleno para afrontar el pago de una deuda con vencimiento para los meses de abril y mayo, y que ascienden a -nada menos que- 30.000 millones de dólares.
A estas dudas, sobre la capacidad de Grecia de poder afrontar con puntualidad los pagos pendientes, están también otros numeritos que generan alerta en la Unión, toda vez que se ponen en entredicho las “reglas” que rigen la mancomunidad europea.
Por ejemplo, el déficit presupuestario griego se ubica, al día de hoy, en 12,7% del Producto Interno Bruto (PIB), la deuda pública supera en más de 12 puntos el 100% de su PIB, enfrentan además problemas considerables de desempleo en la perla de Egeo y aberraciones tales como que 1 de cada 3 empleados (33%) es funcionario público.
A grandes rasgos, vale decir que quienes participan en este esfuerzo integrador europeo deben cumplir -como normas de convivencia- cinco reglas, a saber:
1.- El déficit público no podrá ser superior al 3% del PIB;
2.- La deuda pública no puede rebasar el 60 % del PIB;
3.- La inflación no puede ser superior en 1,5 puntos a la media aritmética anual de los tres países con menor inflación;
4.- Los tipos de interés no pueden superar en más de 2 puntos a los de los tres países que mejor se comporten en materia de precios; y contribuir a la
5.- Estabilidad cambiaria.
Por supuesto, los nervios entre las autoridades europeas se ha esparcido rápidamente, sobre todo, porque el riesgo de “contagio” entre los asociados al “club” es muy alto. Para dar una idea, la exposición de la banca alemana en tres mercados como España, Portugal y Grecia, asciende a 330.800 millones de dólares, según el Banco Internacional de Pagos – BIS.
De esta manera, se entiende que el problema de Grecia no es exclusivamente griego, es un problema de los europeos, sin embargo, ha llamado la atención la “descoordinación” que aún presenta la UE ante situaciones de apremio como este. Tal vez el tema de su “no saber qué hacer de entrada”, se deba a que la normativa de la UE estipula la “prohibición de rescatar financieramente a cualquier otro”, quedando el tema en una especie de limbo.
Esta situación tan particular, puede explicar -en mucho- el por qué la búsqueda temprana de solución ha venido de los fuertes de la UE, léase Alemania y Francia, quienes a puerta cerrada decidieron articular esfuerzos y buscar opciones y salidas a la situación en Grecia, por supuesto, dándole la vuelta e ideando instrumentos que puedan esquivar la prohibición arriba expuesta. La solución para Grecia requerirá, sin duda, que la asistencia sea colectiva y no bilateral, estudiando por ahora mecanismos a través del Programa de Asistencia de Balanza de Pagos de la UE.
Por lo pronto, los mercados han reaccionado rápidamente. Viendo las indecisiones de las autoridades europeas en relación a los problemas del país heleno, la falta de coherencia y compromiso político por parte de sus principales voceros, han propiciado que la fortaleza del euro frente a la moneda estadounidense se socavara notablemente en muy corto tiempo.
Por otra parte, hay que recordar que al día de hoy, las dudas sobre la salud de las cuentas públicas en la UE no recaen sólo sobre Grecia, sino también sobre Italia, Portugal, España, por mencionar algunos.
Lo cierto, es que este nuevo siglo nos ha deparado, tempranamente, ejemplos de Estados en situación de “quiebra”, sólo faltándoles colocar a modo de clasificado, “se buscan rescatadores/compradores”. Vale recordar el caso de Islandia y más recientemente Dubai.
Lo cierto, es que el tema de Grecia da para mucho: para analizar la des-coordinación macroeconómica entre los Miembros de la UE, la disyuntiva entre sus Miembros en si seguir las reglas a rajatabla o contar con opciones de cierta discreción, entre otros; pero lo que si resulta una verdadera joya, es conocer que Grecia incurrió, en prácticas (diría mejor “magia financiera”) que le permitieron sobrepasar los límites de deuda establecidos por la Unión Europea.
En medio del escándalo, se ha señalado que Goldman Sachs ofreció a Grecia un producto financiero que le permitió al país redistribuir parte de su deuda para poder saldarla mucho más adelante.
El Gobierno griego ya ha admitido que “las estadísticas que dio hace un tiempo acerca de las finanzas estatales eran falsas”. Ahora diversos informes sugieren cómo hizo Atenas para que su déficit aparentara un tamaño menor al real.
Según un artículo de la BBC, “Los informes datan de 2002, y sugieren que el gobierno griego hizo al menos un convenio en los mercados de divisas bajo la coordinación del banco de inversiones estadounidense Goldman Sachs.
Se sospecha que Grecia pidió prestado dinero en una divisa y luego pasó el dinero a euros, a una tasa de cambio que hizo que la deuda pareciera menor de lo que era realmente”.
Tal parece que si la cosa sigue así, a los próximos que intenten entrar en la UE habrá que llevarlos ante el polígrafo y hacerles ciertas pruebitas psicológicas a ver si actúan apegados a principios de honestidad y rectitud, pues como diría el sabio Dr. House: “Todos mienten”!!!