El poder de negociación de los consumidores es una capacidad que al ser potenciada afecta positivamente el desempeño de los mercados. Ante consumidores informados y organizados, las empresas se ven obligadas a adaptarse y aplicar estrategias para mejorar los productos y para garantizar la fidelidad del cliente.
No obstante, potenciar este poder requiere del consumidor un trabajo constante para actualizar sus conocimientos sobre el mercado, conocer las razones por las cuales demanda un producto, la utilidad que le aportará, conocer los productos sustitutos, y también, tener referencias sobre los costos en los que incurre el productor para ofrecer el producto deseado.Al tener tales referencias, la negociación del consumidor que se encuentre focalizada en precios (también puede considerarse la calidad, presentación del producto, etc.), podrá ser fructífera al colocar a ambas partes en un terreno de mayor entendimiento.
Por ejemplo, los consumidores, pueden tener acceso a información pública de mercado en materia de los precios de las materias primas que son utilizados en la fabricación de ciertos productos. La tendencia en los precios del aluminio, cobre, níquel, hierro, acero, plásticos, entre otros insumos, puede conocerse a través de fuentes públicas como la Bolsa de Metales de Londres, espacio donde se transan diariamente cantidades importantes de estos insumos y se generan los precios de referencia que son utilizados en todo el mundo para la venta de productos transformados, que luego serán utilizados para crear los productos finales.
Como caso ilustrativo considere el precio que se fija para la venta de un vehículo. Parte de este precio depende del costo de las partes que lo componen y que son fabricados, en su mayoría con base en aluminio, acero y aleantes. Al conocer que los precios internacionales de los metales han caído por causa de la crisis, por inferencia se puede concluir que el costo que corresponde a la compra de las partes que conforman el automóvil fue menor y por lo tanto, el precio final debería ser también menor.
Por otro lado, también toca a los consumidores darse a la tarea de averiguar, que costos de fabricación pueden estar bajo regulación del Estado que impida que aumenten en el tiempo que dure la medida, o bien que la adquisición de ciertos insumos esté exenta de ciertos impuestos. También algunas empresas específicas podrían estar disfrutando de algún tipo de subsidio directo que abarate la compra de insumos, lo cual debería trasladarse al consumidor de alguna forma (mejora de calidad, cantidad, distribución, o precios).
Finalmente, los consumidores pueden aprovechar organizaciones públicas y privadas existentes para la divulgación de conocimientos y derechos en materia de consumo (ejemplo: Indepabis, Alianza Nacional de Usuarios y Consumidores) así como aprovechar los impulsos de organizaciones a nivel comunitario para analizar situaciones más cercanas a la realidad del colectivo dentro de su área de influencia.
En este aspecto, los consumidores venezolanos deben dar pasos importantes para alejarse de la pasividad. Con mayor información y una organización adecuada, es posible que puedan aumentar su poder de negociación y lograr enfocar los esfuerzos justamente en el tema que más interesa en momentos de crisis, el precio.
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