Por Rafael Simón Hernández
La crisis más reciente en el mundo de la economía y los negocios ha puesto en boga el tema de “dejar” el dólar como la moneda de referencia en las transacciones y el comercio mundial. Sobre todo, en los últimos meses, los países de las economías emergentes del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) han estado demandando un sistema de divisas más diversificado, estable y predecible. Para estos actores, la moneda del gigante americano (USA) no está cumpliendo su función de referente mundial y es, en parte, el responsable de la inestabilidad económica global.
Por ejemplo, Rusia -país que ostenta la tercera mayor reserva de divisas del planeta- en boca de su Jefe de Estado, ha sugerido que los países refuercen sus monedas con la compra mutua de bonos nacionales, en lugar de bonos estadounidenses.
Otro de los países participantes del club del BRIC –Brasil- ha puesto en la mesa la opción que ha desarrollado para ejercer negocios en el bloque regional del MERCOSUR con la Argentina, quienes desde 2008 realizan parte de su comercio bilateral en sus monedas locales (reales y pesos).
Es bueno comentar que, según datos elaborados por el Banco Central de la República Argentina, el llamado Sistema de Pagos en Monedas Locales (SML), ha permitido realizar un intercambio comercial entre ambos países sudamericanos por valor de US$ 47 millones. El esquema ha permitiendo el ahorro del 3% del total de las operaciones en costos de transacción, tanto financieros como administrativos, sin embargo, apenas el 3% del comercio entre estos vecinos y socios del MERCOSUR han sido realizados en sus divisas locales.
De acuerdo a expertos del Consejo Europeo de Relaciones Internacionales como Andrew Wilson, se está “lejos de encontrar una alternativa al dólar". Para él, la idea de emplear una moneda distinta en las relaciones de comercio en el mundo, parecen responder -por ahora- a una retórica populista antiestadounidense.
Para este tipo de iniciativas, pareciera obligatorio pasearse por la eterna discusión de “reglas vs discrecionalidad” entre las autoridades en materia de políticas monetaria y cambiaria de los agentes involucrados, así como adentrarse en la definición de Acuerdos de Áreas Monetarias Optimas.
La tarea, para los Bancos Centrales que se enfrasquen en esta idea, es ardua y tortuosa, lo que pareciera dejarle opción de vida a este tipo de iniciativas en un plazo no precisamente corto.
Existe por tanto, bastante trecho por recorrer para el dólar como referente del comercio mundial…
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